Las cartas sobre el destino de Panamá en los próximos cinco años ya están sobre la mesa, le corresponderá al pueblo soberano elegir al candidato presidencial más apto para que gobierne con justicia social, equidad, transparencia, pero sobre todo con la capacidad necesaria para poner a nuestro país en el sitial de desarrollo económico y humano que perdimos en el actual quinquenio.
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La República de Panamá no se puede dar el lujo de volver a repetir el mismo fenómeno que tanto daño nos ha hecho a todos, sin excepción. Un gobierno que nos ha causado luto, dolor y una descomunal persecución, con el sólo hecho de saciar su sed y hambre de venganza. El Panamá de hoy no es el mismo de hace cinco años atrás. Todas las conquistas que se lograron en el campo social, económico, financiero e institucional fueron destruidas por las actuales autoridades.
Esta es la razón por la cual, a mi juicio, cada uno de nosotros no podemos volver a repetir. La elección de un presidente o mandatario, no es un asunto de concurso de belleza, como tampoco de quien me cae más simpático. La escogencia de un gobernante debe ceñirse principalmente a la capacidad, inteligencia, honestidad, transparencia y voluntad de aquella persona que desea hacer las cosas bien para benficio de todos.
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A la hora de hacer uso del derecho al sufragio cada ciudadano debe tener en cuenta que los mejores gobiernos no han sido aquellos cuyos presidentes se destacaron por tener un rostro angelical, por fisiculturistas o porque más gritaban. Coincido plenamente con lo que una vez expresó el conocido comentarista de boxeo y analista político Juan Carlos Tapia, no son los partidos políticos los que hacen un buen gobierno o los que producen la prosperidad de un país, es la capacidad, sagacidad e inteligencia de un buen presidente, aquel que demuestra iniciativas, aquel que es emprendedor y que se atreve a convertir los sueños en realidad.
Se acuerdan ustedes cuando aquí se mencionó por primera vez la construcción del Metro, casi medio Panamá, incrédulo, se río y mofó de semejante idea o proyecto, sin embargo, un hombre con la fe, la confianza y su voluntad de hacer las cosas bien para beneficio del pueblo lo logró ante la mirada impávida de muchos no creyentes. Así es, Ricardo Martinelli demostró que el problema para resolver las necesidades de este país no está en la plata, en , sino en la capacidad, el trabajo, el sacrificio y la voluntad del gobernante de mejorar la calidad de vida de miles de panameños.
Por estas y muchas otras razones más es que el pueblo panameño no puede volver a equivocarse. Necesitamos que nuestro país vuelva a crecer más allá del 11 por ciento en su economía, que regresen los mega proyectos para que más panameños tengan empleos y dinero en sus bolsillos. No se dejen engañar de slogans, apodos, y promesas falsas. Deben analizar la capacidad que tenga el candidato presidencial para que nos haga volver a sonreir y, mediten en qué quinquenio Panamá creció en su economía, se invirtieron más recursos en proyectos que generaron miles de empleos y en qué periodo se le hizo justicia a la población, con una diversidad de programas sociales a los abuelitos, a los estudiantes, a las personas con discapacidad y a todos en general.
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Ha llegado el momento en que el pueblo panameño debe comenzar a separar a los que únicamente tienen hambre de poder, con aquel que tiene el deseo de saciar la sed y el hambre del pueblo con una mejor calidad de vida. Un pueblo que exige mejores oportunidades, más empleos, mayor seguridad, alimentos más baratos, mejor atención en la salud, un mejor sistema educativo. Y esto no lo ofrecerá un candidato simpático o carismático sino aquel que tiene la capacidad y la inteligencia para transformar este país y enderezarlo nuevamente por el camino de la prosperidad.
Lo bueno tiene que volver y en el voto de cada panameño está la decisión de que este sueño se umpla una vez más o simplemente aventurarse en unas propuestas electorales que no representan ningún futuro y menos nos sacará del abismo económico y social en la que nos han colocado y sometido en estos últimos años. En Cambio Democrático estamos dispuestos a devolverle lo bueno, las oportunidades, la confianza y la esperanza que se perdió en estos años. Cambiemos una vez más a Panamá por el sendero del éxito y el progreso, porque todos los panameños nos lo merecemos.